22 ene 2018

DEL PREMIO PALAS ATENEA A BENIDORM…




El fallecimiento de Julio Muñoz me ha traído a la memoria el Primer Premio Palas Atenea.

Sabía de él, de Julio Muñoz, y de su obra, pero no fue hasta octubre de 2016 cuando le conocí en su estudio de Arquitectura -Interproyectos- junto a Alejando Muñoz y Mónica Fernández. Y más al interior, su esposa y su nieta.

Yo había escrito de Gran Benidorm, de su amigo Óscar Tusquet, y quiso enseñarme un sinfín de aspectos de un Gran Benidorm que él seguía teniendo en la cabeza y en sus realizaciones. Luego, nos volvimos a ver con la visita de Tusquets y otras varias ocasiones.

Julio Muñoz, de por sí, merece mucho más que un post. Y en esta ocasión me voy a centrar en el Premio Palas Atenea.

Me he quedado con las ganas de preguntarle a Julio Muñoz el ¿por qué? del nombre: Premio Palas Atenea, pero el caso es que Palas Atenea, la Minerva de los romanos, era la diosa de la guerra… Y también de la sabiduría y de la ciencia, además de patrona de diversas actividades. En concreto -y lo digo por el galardón otorgado a Benidorm-, tenía una especial afinidad con las ciudades; en especial, con Atenas... y después de aquella noche de septiembre de 1976, con Benidorm.

El caso es que nueve expertos de la Arquitectura, el diseño, la moda, las joyas, la decoración, y, en definitiva, del mundo de la cultura, concedieron aquel premio. Y estos fueron el director de cine Luís García Berlanga, el dramaturgo Francisco Nieva, los diseñadores Toni Miró -hombre de la moda- y Miguel Milá, el decorador Juan Fatjó -experto en joyas-, el interiorista Julio Muñoz y los arquitectos Oscar Tusquet, Pep Bonet y Luis Marín. El sociólogo José Miguel Iribas actuó como secretario del Jurado.

Estética, funcionalidad y justificación sociológica eran las tres premisas que debían cumplir los candidatos para poder optar al Premio Palas Atenea. Y Benidorm no estaba en la terna de ciudades finalistas -leo en el acta del notario José María López- Urrutia Fernández- pero el jurado constató que Benidorm superaba a las nominadas: “El jurado ha considerado que debía valorar en la ciudad no su valor histórico preexistente sino la forma en que se están resolviendo todas las solicitudes a que está sometida en la actualidad... Benidorm ha estado sometida, a unas presiones de índole especulativas, demográficas e infraestructurales muy superiores no sólo al resto de las poblaciones de la Costa Blanca, sino también a las del resto de España…”.

Y aquí viene la clave: Pese a la fuerza de estas presiones se ha generado una calidad urbana superior a la que poseen todos los ensanches producidos en la posguerra en cualquiera de las capitales de provincia españolas... Las pavimentaciones, el saneamiento, la iluminación, la jardinería y la capacidad viaria están inteligentemente planteadas y responden de forma realista a cada etapa de crecimiento”.
Pilar Velázquez presentó la Gala. A la derecha el gran JM Iribas


Y se habló de los edificios y de su estética. Entonces se reafirmaron los miembros de jurado: “Consideramos aleatoria la solución formal que se adopte en cada edificio. Consideramos negativo cualquier intento encaminado a la imposición de un orden formal puritano, que en Benidorm afortunadamente se ha evitado, con excepción de aquellas zonas regidas, por normas convencionales referentes a alineaciones y alturas, que se han extraído de etapas de formación de la ciudad ya obsoletas, y que en la ciudad que premiamos está produciendo los fragmentos urbanos menos satisfactorios”.

Y se destripó el secreto que hizo posible este Benidorm: “las Ordenanzas del PGOU controlan lo imprescindible y liberan lo aleatorio”.

Y fueron a más al considerar “imprescindible tanto la limitación del volumen, y por tanto de la densidad demográfica, como las restricciones que impone a la total ocupación de las parcelas, lo cual determina una liberación de espacio que favorece al peatón…

Aquellos premios Benidorm los compartió con una sandalia de plástico (modelo Marilyn), con el Parque Municipal de Elche, el edificio ‘La Muralla Roja’ de Ricardo Bofil, una silla de mimbre y un bastón de rama de palmera. Arte y diseño.

La actriz Pilar Velázquez presentó la gala que organizó (ofreció y patrocinó) Julio Muñoz quien junto a los arquitectos Tusquets, Bonet y Marín concluyeron que, sobre Benidorm, “había que desterrar el tópico de que la libertad de alturas genera un caos”.

Grande, Julio.






18 ene 2018

DE LAS PLAYAS… DOMINIO MUNICIPAL




Ahora lo vemos muy fácil: cada municipio actúa sobre sus playas (en lo que puede)… Pero la intrahistoria del proceso se las trae.

En España las playas son oficialmente de “dominio nacional y uso público” desde la Ley de Aguas de 1866, ratificado por la Ley de Puertos (1880 y 1928). Las competencias sobre ellas se las repartieron entonces, como venía siendo desde mucho antes, Marina y Comercio. La historia de los puertos de España tiene para varios post; y las playas eran un buen lugar para que el cabotaje dejara en ellas la mercancía y, obviamente, la Marina las tenía que defender y, además, tenía en ellas muchas zonas de aguada -sin ir más lejos, Les Fontanelles y la desembocadura de Xixo, en Benidorm; las del Algar y el Torres en Altea y Villajoyosa- y algunas playas (que no tenían ni el concepto ni el porte de hoy) eran veredas de ganado, como la de Poniente: vereda real, además.

Llegando al siglo XX, Obras Públicas reivindicó también su control sobre las playas por aquello del “dominio marítimo terrestre” sobre la línea de costa y el control sobre las actuaciones, pues se empezó a valorar las construcciones a pie de mar y su impacto.

Por aquellas fechas primeras del XX entramos en un profundo galimatías sobre la definición de lo que era la “playa” para tener contentos a todos. Se había popularizado, en el último tercio del XIX, la que consideraba como playa al “espacio cubierto por las mareas o por los mayores temporales ordinarios”. ¿El resto?… el resto era arena, sin más. Como mucho, la playa era “la ribera del mar (o de un río) formada por arenales”; luego, disquisiciones sobre si la palabra “playa” venía del latín -plagia, ribera-; sobre que si se trataba de un borde fluctuando entre el mar y la tierra… Filosofando, que es gerundio.

Vale, lo que quieran para definirla; pero las playas eran del Estado y el Estado mandaba en ellas y había que atenerse a lo dispusieran Marina, Comercio y Obras Públicas. Los ayuntamientos pintaban más bien poco hasta que llegó el turismo que, insisto, no fue cosa ayer tarde.

Primero, los balnearios tuvieron que enfrentarse a los intereses de casi todos; y después los ayuntamientos. Eso sí, los ayuntamientos lo tuvieron más fácil que las iniciativas privadas porque plantearon la cuestión general de la salubridad y comenzaron por definir horarios para baños de ganado -caballerías y bueyes principalmente- y seres humanos que se hacía en los mismos tramos de playa. Aquella “intromisión” municipal (el definir horarios) abrió una puerta que muchos ayuntamientos traspasaron para cuestiones más peliagudas como la Policía de baños (moralidad e higiene) y su ordenación (limpieza y mobiliario).

La argucia empleada en los comienzos del Siglo XX ante Marina y Obras Públicas (ya Comercio pintaba más bien poco) fue la del “confort” de los usuarios. Desde los años 20, felices 20, algunos ayuntamientos reclamaron umbráculos y tumbonas -mobiliario, a fin de cuentas-. Casi todos recibieron un “no” por respuesta; muchos lo obviaron y los plantaron haciendo la vista gorda. Pero ahí quedan documentos gráficos de entonces.

La legislación imperante hasta medios del siglo XX estaba concebida en función de la navegación, la pesca, el salvamento marítimo, el cabotaje, la defensa y los posibles usos industriales a pie de mar propios del XIX; incluso de antes. Y, de repente, llegan unos señores endomingados a reclamar parcela de poder para entregar concesiones de aprovechamiento lúdico de ese espacio, la playa, que aún estaba sin definir, para uso y disfrute de unos cuantos: el turismo.

Entonces hubo quien se animó a plantear que desde los Ayuntamientos, a pie de pueblo, se podían gestionar mejor, mucho mejor, para las playas los conceptos de ornato, conservación, uso y disfrute, salvamento y limpieza. Y por ahí empezó la cosa. Y no fue fácil.

Benidorm fue unos de los pioneros en esto, si no el primero. El secretario municipal Juan Antonio Baldoví Nácher (con calle en Benidorm, ¡qué menos!), preparó un documentado informe que se llevó a la Asamblea Provincial del Turismo (Alicante, 1967) preparatoria, como ya hemos dicho en otras entradas de este blog, del 1er Congreso Nacional de Turismo -en el que Benidorm ya planteó lo del ‘Municipio Turístico’ con la Carta Económica- y que muy pocas provincias desarrollaron.

Muy en la línea de Pedro, don Pedro, Zaragoza, Baldoví no planteó la cosa; reivindicó un derecho. Sí, reivindicó para Benidorm la titularidad municipal de las playas mediante la figura de “dominio municipal” con la coletilla de “sin perjuicio del dominio eminente del Estado” en un intento de que desde los Ayuntamientos se gestionaran todas las cuestiones que afectaban a la franja de arena que consideraban playa sin tener encima los ojos vigilantes del Ayudante de Marina y del delegado provincial de Obras Públicas que semana sí y semana también querían saber y opinar de lo que se gestaba sobre las playas de Benidorm. Ya he referido algunas operaciones hechas en fin de semana para que no se inmiscuyeran. El lunes se presentaba Pedro, don Pedro, ante Marina y si puedes me impides la obra ya realizada.

Consideró Baldoví en su informe que en las playas se prestaban “servicios de especialísimo interés” para Benidorm -y otros municipios turísticos- que esos organismos con jurisdicción sobre las mismas -Marina, Comercio y Obras Públicas- no podían hacerlo con “la celeridad y rigor” que lo ejecutaba el Ayuntamiento.

Se buscó un aliado. Alabó Baldoví las gestiones que el Gobierno Civil de Alicante estaba haciendo de mediador, pero reclamó autonomía municipal.

Como veía ojos como platos ante el alcance de sus propuestas, incluso en Benidorm, señaló Baldoví (me contaba Pedro, don Pedro, Zaragoza) que la medida que propugnaba Benidorm fuera aplicable a los demás “municipios litorales con interés turístico”. La “adecuada ordenación de los aprovechamientos” y la consecución de ingresos “por las correspondientes tasas” a aplicar sobre los servicios sería beneficioso para los Ayuntamientos en el mantenimiento de las playas “sin perjuicio de la acción de tutela que corresponde al Estado y dejando a salvo la autoridad de Marina y Obras Públicas”.

Y como se predica con el ejemplo, se aportó la iniciativa -la Ordenanza Fiscal para instalaciones temporales (20.05.1967)- al amparo de la Ley de Régimen Local imperante que acababa de serle aprobada a Benidorm.

Se consiguió.

La Ley de Costas de 1969 ya definió mejor la playa –“riberas de mar y rías formadas por arenales, o pedregales, en superficie casi plana con vegetación nula o escasa y característica”- aunque dejando aún mucho que desear, pero reconociendo por primera vez la competencia municipal en playas y la existencia de un hecho social sin precedentes como el turismo.

No voy a decir que fuera mérito exclusivo de Benidorm, pero sí que Benidorm se partió el pecho por conseguirlo y fue la primera -una vez más- en reivindicar el dominio municipal sobre las playas.

Ya en 1972, cuando el Instituto de Estudios de Administración Local se metió más de lleno en el tema, se consiguió otro avance… Y así podíamos seguir con el tema… pero eso sería cuestión de otro post.

En resumen, la idea de hoy: Benidorm fue decisivo en conseguir ese dominio municipal sobre las playas. Que se nos olvidan las cosas, se hacen desplantes, y no quiero yo…












10 ene 2018

DEL PRIMER TURISTA QUE NACIÓ EN BENIDORM


Hoy estoy feliz… y triste, a la vez. Bueno, contrariado.

Hago esta segunda entrada en el Blog este 2018 con una noticia que me ha llenado de satisfacción al poder completar su recorrido. Pero al mismo tiempo me ha dejado un mal sabor de boca… que estoy remediando a base de Penderyn. Disculpa Sean, pero este whisky es galés.

Voy a intentar contarles la historia de un escocés: de un escocés de Benidorm. La historia de Sean Thomas Herron, The Benidorm boy.

Los lectores del CB News la conocerán; y en Benidorm al día he encontrado, después, una referencia y alguna foto. Se avisó que venía… y como el pastor del lobo…

Lo he localizado y llevo un rato “hablando” con Sean. Me ha gustado un párrafo de los que me ha enviado. Cuenta que la mayoría de los visitantes se traen de sus vacaciones souvenirs, cigarrillos, camisetas, alcohol…; pero sus padres se trajeron un bebé.

Benidorm tenía que ser distinto.

Sitúense: 1971

En agosto de 1971 Maureen y Desmond Herron se vinieron de vacaciones a Benidorm en un paquete de Skytours con su hijo Paul, de 18 meses. La joven familia escocesa se alojó en el Hotel Reymar, en la calle Gerona. Y hasta aquí, la más absoluta normalidad… entonces y ahora.

Andrés Guerrero, el que fuera entonces director del Reymar, se ha acordado perfectamente cuando le he dado las primeras pistas. 28 de agosto de 1971. Maureen se pone de parto; se adelantó en fechas el alumbramiento. Y del hotel al Virgen de Fátima; a la carrera con Sean Thomas ya entre nosotros.

Ya ha nacido un turista en Benidorm” titulaba la prensa: “el primer turista que ve la Villa de Benidorm apenas abiertos y estrenados sus ojos”.  Sean Thomas, benidormense de origen escocés”.

Y este feliz natalicio entrañaba un problema: pagar la factura de la clínica y “la canastilla” del bebé.

Ahora mismo, 2018, nos puede parecer extraño, pero hace casi 47 años no era nada fácil transferir dinero entre países y hacía pocas fechas que el gobierno británico permitía ya a sus nacionales abandonar el país con más de 50 libras. El paquete turístico se abonaba en origen y el dinero de cartera era el que era. La factura del hospital superó las 150 libras (al cambio, leo) y había que “equipar” además a Sean Thomas que se nos presentó en lo que aquí llamamos “traje de Adán”. Hambre, era agosto; pero ni aún así. Ropa al niño.

Me cuentan que rápidamente comenzó una campaña de recogida de dinero: huéspedes y personal del hotel se pusieron manos a la obra. Leo en el semanario Ciudad que el Ayuntamiento pagó la factura hospitalaria y con lo recaudado se abrió una cartilla infantil, de la Caja de Ahorros del Sureste de España: algo más de ocho mil pesetas (8.819 pesetas).

José Manuel Reverte, el alcalde de por aquel entonces, se ofreció a apadrinar al niño y me cuentan por aquí que fue bautizado y se le celebró un ágape en el hotel. A Sean Thomas se le otorgó el título de “Primer turista nacido en Benidorm” y se le entregó la Llave de la ciudad… que para poco le ha servido. Y luego les contaré por qué. Y orgulloso conserva título y llave.


Después, la familia -ya cuatro- regresó a Escocia con atenciones en la línea aérea: un improvisado nuevo pasajero, que reflejó la prensa.


Y Skytours tuvo el detalle de traerlos de nuevo a Benidorm al año siguiente y ahí están las fotos de alcalde Reverte con el joven Sean Thomas… Me ha contando que en octubre se enteró del fallecimiento de su padrino. Un personaje que hemos tratado de pasada en el Blog y tiene una apasionante historia: Hollywood la llevaría al cine.
El Dr. Reverte, Sean Thomas, Desmond Herron y Paul


Y a lo que íbamos. De la visita del joven Sean Thomas hubo reseñas en prensa…

Y por lo que fuera, hasta 2017… en que Sean Thomas volvió a Benidorm a enseñarle a su esposa -Amanda- y a sus hijos -Cameron y Connor- donde nació. Y pudo enseñarles poco. El Hotel Reymar es ahora el Hotel Ambassador Playa y -por lo que fuera- no pudieron hablar con el manager del Hotel.

Esto no casa con la hospitalidad de Benidorm.

Estoy seguro que de haberlo sabido, Ramón Martínez les hubiera atendido. Y el mismísimo Andrés Guerrero; ¡faltaría más! Cuando se lo he contado al amigo Andrés me ha referido detalles de aquellos días. Lo tiene aún presente: Sean Thomas fue el primer turista en nacer en un hotel de Benidorm.

Pero hubo más. Se dejó en Aberdeen la Llave de la Ciudad y no consiguió abrir la puerta de la Casa Consistorial; no pudo saludar al alcalde.

Aquí también estoy seguro: Toni Pérez les hubiera atendido. Por quien fuera, no se hizo bien. No ya solo por la cuestión humana y/o social. Esto tiene un brochazo de marketing que no veas.

Pero, ¡ojo!, pocos ciudadanos tiene la llave de esta ciudad. Esto no puede volver a pasar.

Hablando de pasar… Sean Thomas y su familia se lo pasaron bien por Benidorm en octubre pasado: el casco antiguo, las tapas, la playa, los parques, una excursión en el Tram a Alicante (que es como en el trenet, por lo que tarda, pero en “moderno”) y sol, mucho sol, que en Aberdeen -de eso, de sol- andan escasos.

Creo que esta historia está incompleta si no vuelve Sean Thomas y abre con su llave esta que fue -y es- su ciudad.

Este episodio que les he narrado me ha dejado un poso de amargor. Vino el primer turista nacido en Benidorm y no estuvimos a la altura.

Tiene el Título y la Llave de la Ciudad. Desde luego, no fue el único turista que nació en Benidorm. A poco que he preguntado, por ejemplo -a Manolo Moncada-, me ha contado otro caso. Y he seguido y tengo un tercero.

Pero desde luego Sean Thomas Herron fue el primero… y en algo se ha de notar.




4 ene 2018

A PROPÓSITO DE LAS CABALGATAS DE REYES...




De lo que fue una representación teatral -La Adoración de los Magos- a lo que vienen siendo las Cabalgatas de Reyes Magos hay un trecho que, en los últimos años, en cuanto se acerca la fecha -5 de enero, porque el 6 es el Día de Reyes- se desboca el capítulo de noticias surgidas en torno a ellas.

Siempre hay quien quiere añadir un mamarracho al tema intentando dar su brochazo de color nauseabundo olvidando que más allá de una supuesta tradición religiosa (asumida sólo por ellos) es un elemento festivo donde implicamos la ilusión de los niños; su ingenuidad.

Bastante es ya que con el pretexto que no queda tiempo material para jugar con los juguetes (los niños vuelven al colegio en 24/48 horas tras el Día de Reyes), en vez de revivir la mágica ilusión de la noche del 5 de enero aparezcan estos bajo el árbol de Navidad el 25 de diciembre y sean cosa de Papá Noel.

Vale. Hay que acabar con cualquier atisbo de tradiciones cristianas. Aquí las gastamos así. Ya tenemos todo tipo de manifestaciones laicas ocupando -tal vez intentando ocupar- el lugar de estas con el beneplácito pusilánime de muchos y la pasividad de otros.

Ya dediqué un post a la duodécima noche de la Navidad. Ahora, pretendo, dar mi explicación sobre el concepto para evidenciar, lo confieso, que no sobra un Darth Vader que anime la ilusión de un niño y está de más un ciudadano que en nombre de un colectivo quiere evidenciar la normalidad de su condición. No pega ni con cola, aunque traiga cola.

Las “Cabalgatas de Reyes” surgieron, en esencia, para recolectar juguetes con los que llevar la ilusión a los niños más necesitados: “juguetes para aguinaldos”, era el lema que las inspiró. Tenía un carácter benéfico en el primer tercio del XIX y tras conseguir los regalos, los repartían en instituciones de caridad.

Y para sumarme a la corriente anticlerical -la moda es la moda y hay que estar a la moda- diré que fue la Iglesia la que cortó la costumbre del aguinaldo (que viene del francés) en la Edad Media. La costumbre consistía en regalar muérdago -o acebo-  por el año nuevo: “A gui l’an neuf Aguinaldo (bien en Navidad, bien en Año Nuevo). Y del muérdago, panacea curativa y contra males de los espíritus, pasamos a otro tipo de presentes hasta llegar al juguete.

Sí, ya sé que por estos pagos la costumbre es dar “les estrenes”; que viene a ser lo mismo. Vienen de los strenae de tiempos de Roma… y de cuando los romanos iban a coger verbenas al bosque sagrado por el año nuevo y Strenia era la diosa de la Salud que alagada por la visita les otorgaba divina protección.

Cumplido con la progresía vuelvo a la tradición cristiana de los Magos de Oriente y sus regalos y presentes al niño Dios que, a imagen de aquello, reiteramos con los nuestros… y que ya alcanza a todos.

En Reyes, aguinaldos (regalos) para todos. Y de los dulces, juguetillos y unas pocas monedas hemos pasado a juguetes, joyas, perfumes y todo tipo de regalos. Ya puesto, como “la tradición” era oro, incienso y mirra… mira por donde tenemos materia de debate.

En esto de la Cabalgata de Reyes parece que Barcelona destacó en la iniciativa (1855) con la organización del evento: llegada de SSMM por mar al Moll de Fusta y recorrido por las calles (1879) cuando el empresario Miguel Escuder, leo en Historias Matritenses, “organizó una cabalgata benéfica para entregar el aguinaldo a los niños de ambos sexos de la Casa de la Caridad”. Ese es el origen allí, aquí y en toda España: aguinaldos de beneficencia.

En Madrid hay alguna referencia anterior (1844) de gentes con escalas subiendo por ventanas a recoger (más que a entregar), pero son mayores las referencias a las trifulcas, descontrol y paradas en tabernas de los mozos -de caras tiznadas- que acompañaban el desfile. Subían a por los aguinaldos comprometidos a las casas, con lo que se retrasaba la marcha… que se complicaba con las visitas a las tabernas. Ricardo Márquez saca a la palestra una canción de la época sobre aquellos que iban al encuentro de sus Majestades en aquellas caóticas cabalgatas: “expuestos a mil estragos, cruzan calles y plazas, pero hallaron calabazas, en vez de a los Reyes Magos”.
Grabado de principios del XX - "A esperar los reyes" - Serie "Costumbres españolas"


La de Alcoy, que pasa por la más antigua de España; ininterrumpidamente desde 1885, previamente documentada (1866), como particularidad, recuerdo, el rey negro -Baltasar- sale en segunda posición… ya no es el Melchor, Gaspar y Baltasar de mi niñez.

Y volviendo a los orígenes, que marcan la tradición, aquellas “cabalgatas” del XIX eran excusa de juerguistas y comparsas que con un pretexto benéfico hacia los niños más necesitados se montaban una fiestecita. Y los colectivos laborales de más precaria situación se liaban la manta a la cabeza y con dos chatos de vino se montaban una fiesta sonada… y se pasaba el frío de enero. Pero la base argumental siempre fueron los niños. De 1882 es la reseña en prensa: “1.621 chiquitines de los asilos recibieron ayer alegremente sus aguinaldos de juguetes”. Ese era el espíritu de la Cabalgata de Reyes: los niños y sus aguinaldos.

Ateneos, Casinos, Sociedades y el empeño de particulares -empresarios rumbosos- podemos considerarlos como responsables de lo que hoy llamamos “tradición” y que no es otra que iluminar la espera de los niños, pendientes del despertar del día 6, para jugar. Y el espíritu de beneficencia fue el que inspiró los primeros pasos que hoy están más que superados, aunque la visita a Hospitales perdura desde los inicios, en el XIX. Asilos, hospitales, inclusas, Casas de Beneficencia…

La vistosidad de las Cabalgatas de Reyes, hay quien dice, arrancó en Madrid en 1928 cuando el Circo Price se sumó a la que allí se organizaba con sus payasos. El objetivo era -y es- la ilusión de los niños; y sí, hubo payasos buscando la ilusión y la sonrisa de los más pequeños; “de las tiernas criaturas” que decían las crónicas.

Ese era y es el objetivo. Y todo lo que vaya en ese sentido será bienvenido. Y lo que no, dictado por la razón, un sinsentido.

Que en la Cabalgata aparezcan animales que por lo general los niños urbanitas no ven con asiduidad, que integre elementos de culturas diferentes, que sume personajes extraordinarios o insólitos, que encaje cuestiones imposibles o personajes Disney no da posible cabida en ellas a cuestiones que en nada tienen que ver con el universo infantil al cuál va dedicada.

Nunca ha habido en la cabalgata de Reyes mensaje evangélico. Por lo tanto, olvidemos el espíritu de confrontación con la religión y no compliquemos la ilusión de los críos.