26 nov 2017

DEL MENÚ TURÍSTICO… LUEGO MENÚ DEL DÍA





A mediados del XVIII las fondas españolas comenzaron a servir un plato “del día” a precio ajustado y económico, según contaba don Benito Pérez Galdós en su obra “Montes de Oca” (uno de sus Episodios Nacionales; 3ª Serie. La historia de un golpe de Estado -¿otro?- tras la 1ª Guerra Carlista que más bien debió llamarse, propongo yo, “Las desventuras de Manuel Montes de Oca”) publicada en 1900. No había orden ni concierto; funcionaba con los asiduos… y al resto ‘se le aplicaba la legislación vigente’, como al indiferente. Había su picaresca; era ‘un detalle’ para con la clientela de siempre.

Galdós narra la inauguración de uno de los primeros ‘restaurants’ de Madrid en la calle de Ábada y las vicisitudes que acontecieron a la hora de definir los platos de la carta y la intrahistoria. Pero si hacemos caso a los del XIX -Mariano José de Larra, Ángel Muro y otros- comer fuera de casa en aquella España del XIX era morir de asco e inanición… a pesar del plato “del día”.

Y en cuanto al menú turístico que nos trae aquí hoy, resulta que fruto de las regulaciones turísticas del franquismo ha quedado en nosotros este menú, cuyo antecedente habría que buscarlo, como digo, buceando entre las fondas del XVIII. Y la verdad es que su implantación levantó alguna polémica (las que entonces se podían producir) entre las gentes de la hostelería que rápidamente, pero con desigual fortuna, atajaron los inspectores del ramo. Pero aún hay recelo a la hora de acudir a él. Tanto, que Ferran Adriá anunció su muerte (la del menú turístico) en 2009 (1er Congreso San Sebastián Gastronómika), pero la verdad es que podemos comprobar, con excelentes ejemplos, que sigue vivo, aunque en ocasiones con un salir del paso que desagrada.

El caso, y a lo que voy, es que la Circular núm. 29, de 30 de junio de 1964, de la Subsecretaría de Turismo, trató de la Ordenación de los restaurantes y la creación del menú turístico. Surgía con peso y rigor porque a la Circular nº 15, de 31 de julio de 1963, se le había hecho más bien poco caso. La nº 15 señalaba entre otras muchas cosas que “los restaurantes debían dar publicidad a los precios y facturar por conceptos separados, claros e inteligibles”. Tantos años haciendo el fenicio nos había apartado de estas naturales prácticas. Por eso, la nº 29 urgía a cumplir con la nº 15 y a poner en práctica esa recomendación que pasaba a ser obligación y daba vida al menú turístico… y creaba el Libro de Reclamaciones (modelo oficial).

También en la nº 15 se decía lo de “locales limpios -incluso en los servicios sanitarios (que ese sería otro cantar; siendo asignatura no superada en todos)- y correctamente amueblados”; y en la nº 29 se conmina a ello al tiempo en que se urge “el trato amable y cortés” con los clientes (por lo general, extranjeros) aludiendo a la “repercusión turística” toda vez que el ‘buen sabor de boca’ del turista actuaría como bandera promocional al abandonar el país y llegar al del aborigen turista a contar lo bien que funcionaba aquella España de la que -como hijo del baby boom- me gusta recordar.

Bueno, centrando que voy por los cerros de Úbeda, resulta que atendiendo a la Ley 48/63, de 8 de julio, y al Decreto 877/1964, de 26 de marzo, y al Artículo 7 de la Dirección General de Empresas y Actividades Turísticas (que por Legislación no iba a quedar), y una vez oído el Sindicato Nacional de Hostelería (que por doctrina tampoco) se fijó todo sobre el menú turístico, destacándose además, que en las cartas de restaurantes no se podía incluirse el manido “s/m”, porque “‘según mercado’ no podía haber nada: los precios fluctuantes se reflejarán a diario”… y ahí seguimos; con el s/m.

El caso es que se fijó que “desde el primero de agosto de 1964 en todos los establecimientos, cualquiera que fuera su categoría, que facilitaran al público comidas y bebidas” debía confeccionarse “a diario” un menú turístico compuesto de “un primer plato de sopa, crema o entremeses, un segundo plato, con guarnición, de un repertorio compuesto, cuando menos, por huevos, pescado y carne, ofreciendo a continuación un postre de fruta, dulce o queso”. Se acompañaría de “1/4 de litro de vino del país, sangría, cerveza u otra bebida, y pan”.

Se insistía en la orden en que, además el menú turísticose serviría con la máxima rapidez y preferencia” al tiempo que se indicaba la benignidad de la idea de “dar entrada en él (menú turístico) de platos típicos de la cocina española”. Ya en 1939 los ideólogos del Régimen recomendaban promocionar “la paella, la tortilla de patatas, el pescado bien frito y los platos de renombre de la cocina española”. Ah, para las cafeterías se impuso el “plato combinado turístico”.

Y, en cuanto al precio, se pedía que fuera “global y libre” quedando siempre “bien visible”. Sobre el precio se añadía que “incluiría el importe del servicio, el porcentaje destinado al personal, la Póliza de Turismo y cuantos impuestos, arbitrios y tasas estén legalmente autorizadas”. Como se desmandó la cosa, desde 1965, año tras año, se publicaba los precios máximos a cobrar por el menú turístico y el plato turístico combinado.

Aquí llegados debo señalar que ‘la imposición del menú turístico’ no fue una medida muy aceptada por la restauración. No fue bien acogida en 1963; de ahí que para 1964 se planteara con contundencia si implantación ‘urbi el orbi’, como si de una bendición papal se tratara. Y ni aún así comenzó siendo aceptado por los del sector.

De puertas adentro, en aquellos años de la mitad de los sesenta, los restaurantes no lo recomendaban; más bien lo desaconsejaban. Esto provocó que en 1965 se tomaran cartas en el asunto. Y ni con esas. La picaresca llevaba no incluir el menú turístico en la carta o a grabar los platos que en él se incluían con un suplemento, como muy bien nos retrata -y nos saca los colores- James A. Michener en ‘Iberia: viajes y reflexiones sobre España’ (P&J, 1971) a pesar de que la norma era muy clara: “aunque estén grabados, no se pagará el gravamen en los platos del menú turístico” (ABC, 07.03.1968; pág. 58). Es más, se insistía en que “El 'menú turístico' no debe ser confundido con un 'menú para pobres'. Es sencillamente un menú protegido y cuyo precio fija la Administración, y es el cliente quien lo confecciona” (Marta Valdivieso; Así creó Franco el menú del día, citando al Diario ABC).

El 24 de junio de 1970 desapareció oficialmente el menú turístico (y el “plato combinado turístico”). Pasó a denominarse “menú del día” y sus precios, por categoría de establecimiento se fijaron entre las 80 y las 285 pesetas… Y así comenzó esta historia.

  

Nota: La Póliza de Turismo fue creada por Ley el 17 de julio de 1946. Inicialmente se fijaba a cada uno de los partes individuales de entrada de viajeros en establecimientos de alojamiento de viajeros y… como todo lo que pasa por aquí, pues llegó hasta la restauración… Yo la considero como la primera “tasa turística” dándole un argumento a los que la quieren implantar ahora. ¡¡Fue una medida franquista!!


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25 nov 2017

DE DOMESTICAR LA IMAGEN Y EL SONIDO; DE HACER TELEVISIÓN. DE FERNANDEZ RIZO, JOSÉ LUIS




Somos de darnos homenajes en Los cafés del Meliá. Un viernes nos damos el gustazo de zambullirnos en el mundo de la fabada, al compás de unas copitas de akvavit (hermanamos Asturias con Escandinavia como hiciera los vikingos, de la mano de Pilar y de Jan) , y otro penetramos en las entrañas del mundo de la televisión de la mano de José Luis Fernández Rizo, pionero del Medio e inventor de la mayoría de los gadgets de la moderna televisión y su escala de documentación; que así se llama -le llaman los que entienden- al conjunto ‘de cosas’ que hacen funcionar la televisión.
A bote pronto, José Luis nos hizo distinguir entre imagen y video (obvio) y entre sonido y audio, que ahí nos pilló descolocados: no es lo mismo. Como en todo, una cosa procesada tiene un nuevo concepto. Y ganó nuestra atención.
Comenzamos con una brizna de interés que se convirtió en avidez por saber.
Ya había pasado Fernández Rizo por la tertulia -fue endiciembre de 2011- y nos había descubierto su tremenda personalidad, su trayectoria profesional y sus grandes logros. No había dejado de venir por Benidorm, pero ya no tanto con la asiduidad a que nos tenía acostumbrados. Han pasado muchos años y muchas cosas, pero una entrañable amistad nos seguimos profesando… aunque ya no esté el nexo de unión que fue -aunque sigue siendo- el amigo Luís Escobedo.
Luís, José Luís y yo... tiempo ha
Superada la década de los 70 sigue fresco y lozano ‘pariendo’ ideas que sus discípulos ponen en valor en las distintas televisiones y productoras donde ahora aplican, con notable éxito los más, lo aprendido a su vera. Y mientras tanto, ahora, compila todo su saber de televisión y en televisión en unos folios que pronto verán la luz en forma de libro (¡Ánimo!, Juan Antonio; en ti confiamos para leerlos y aprender). Y tuvo tiempo para dejarse caer, una vez más, por Benidorm; de atender la llamada de la tertulia y del patriarca Ayús. Y tengo la confianza de una muy próxima visita toda vez que hemos descubierto que aquí, en Benidorm, se hace tan buena coctelería como en Kentucky (cosas nuestras)… recuerdo de un pasado televisivo en los EEUU.
En fin, que hablamos de “planos sonoros”, “atmósfera broadcast” y un sinfín de términos técnicos más. Pero también de la prehistoria de la televisión en España -incluso antes del Paseo de la Habana- y de aquellos grandes nombres de genios, aún vivos, como Eugenio Peña, Oscar Banegas o García de la Vega, hasta llegar a la fase actual multicanal.
Sí reconoció una diferencia entre ‘aquella’ y ‘esta’ televisión: la “ausencia de un proceso moral”. Y hace falta explicar poco más: sólo con echarle un vistazo a determinadas parrillas… una imagen deteriora más que una sola palabra.
También es cierto, dijo, que “ahora estamos haciendo las bases de la comunicación más lógicas”. Porque, en Los cafés del Meliá hablamos con Fernández Rizo de comunicación. Sí: co-mu-ni-ca-ción. Teniendo siempre muy presente el rigor. Sí: formar, informar, entretener con rigor. “Contenidos, sí; pero … ¿con qué rigor?”.
El maestro Fernández Rizo en su exposición en los Cafés del Meliá
Aquí salió el profesor que lleva dentro: “producir es crear. Por ello es necesario valorar el impacto de la creación”. Alertó de “la manipulación” y apostó siempre por la “viabilidad” (jurídica) y la “documentación”. A ella recurría a cada paso: “la documentación es todo: no son solo folios y cintas o archivos digitales. La documentación es la base del proceso”.
Y abundaba: “la televisión no es una herramienta que se improvisa; la televisión es una herramienta poderosa que se debe trabajar con pasión y llevar el talento al espectador”.
Sí, reconoció tanto que la televisión de hoy en día “está supeditada a los vientos que corren” como que “el consumidor se está dejando llevar”, aunque lanzó una carga de profundidad al respecto de los programas y la retrospectiva que ahora se les ofrece con un “la gente joven no pude tener la capacidad de ver lo que ha pasado con lo que le estamos contado”… Y a buen entendedor…
Hablamos de las cosas de hoy, de ‘la nube’ y su gestión, de los servicios adicionales, de hacer realidad la utopía y de la evolución de la tecnología, de pistas, de redes y de gestión de la documentación, pero como ya saben…lo que pasa en Los cafés del Meliá se queda entre los posos de un buen café…
Ni que decir tiene, para no dejarles con los dientes largos, que vivimos la anécdota del “susto a Franco” en aquella corrida de la Beneficencia donde Rizo puso en marcha el micrófono al diestro que ofrecía el brindis y que por primera vez se oía por televisión –“y el propio Franco en el palco, que se sobresaltó al oír al matador; hasta la Unidad Movil bajó Fuertes de Villavicencio a exigir responsabilidades a aquél ‘niño’ que al final terminó reclamándole disculpas al que fuera Jefe de la Casa Civil del Jefe del Estado, un general de Intendencia”- a los muchos logros en las grandes retransmisiones (Juegos Olímpicos de invierno y verano, festivales de Eurovisión y de Benidorm, etc.). Hasta la del sonido en los grandes conciertos.
Es que José Luis Fernández Rizo ha domesticado el sonido y la imagen y ahora ex cátedra ha vuelto a Los cafés del Meliá para contarnos cómo está esto de la TV a finales de 2017 y lo que, tecnológicamente, nos espera: un panorama de máxima tecnificación: “se pueda grabar todo por separado y gestionarlo todo a través de la documentación; varios canales. Ahora, cada vez se nos debe exigir más responsabilidad porque son infinitos los campos a los que podemos llegar con los servicios adicionales”.
Lo que hace Fernández Rizo en los grandes foros de la televisión se avino a contárnoslo en nuestra tertulia de Benidorm.
Agradecidos, José Luis. Hasta pronto.




13 nov 2017

DE CUANDO LA ‘LÍNEA B-B’ PASÓ A ‘OPERACIÓN B-B’




En mayo de 2014 escribí sobre la Operación B-B (Benidorm-Bilbao). Hoy sé, que en principio, aquello se llamó Línea B-B (Benidorm-Bilbao). Benidorm pensó que el vasco, con epicentro en Bilbao, sería un mercado bueno y fiel; y se lanzó a por él.

Corría el año 1964. El operativo fue planificado en detalle y nada más pasar la fiesta de Reyes, el 7 de enero, los autobuses urbanos de Bilbao lucían en sus laterales el eslogan “El Sol pasa el invierno en Benidorm… y la brisa el verano”. Era la avanzadilla motorizada de una invasión pacífica que se realizó a base de “folletos, saquitos de arroz, dátiles, geranios y ‘vino de Benidorm’”, que en realidad era de Monóvar, de Salvador Poveda.

Allí estaba, con el ‘merchandising’ citado, el equipo de promoción: Miguel Martínez Monge, Francisco Javier Gadea, Alberto López y Julián Hinojosa (Julián ‘el del Miami’). Y se he olvidado alguno es porque en la referencia documental no figura.

Colaboradores necesarios -implicados hasta las trancas- fueron El Correo Español-El pueblo vasco y la emisora Radio Bilbao. Jorge Vila Fradera, desde Editur, se unió al sarao, enamorado de la idea, y echo tantas ganas a la iniciativa que parecía que fuera suya. El nombre, terminó siendo.

Ya el día 10 ‘desembarcaron’ en Bilbao las autoridades benidormeras: Pedro -don Pedro- Zaragoza, Pedro de Borja Llorca, Jaime Llinares, Miguel Bayona, Jaime Fuster, el presidente del Sindicato de Hostelería (El Correo no cita su nombre) y el presidente de la Asociación Gabriel Miró de Amigos de Benidorm (sin dar cuenta del nombre). Allí les esperaban el Gobernador Civil de Vizcaya (ahora no cito yo el nombre), el alcalde de Bilbao (ídem), el comandante de Marina (ídem) y el Delegado de Información y Turismo (el único que no debía tener nombre, porque no lo indican).

Y en Bilbao, el 10 de mayo se dio carta de naturaleza y se ofició la Línea B-B para “establecer estrechos vínculos de amistad y unión entre dos villas marineras”. Por cierto: se utilizó el que la Vuelta Ciclista a España, había pasado por Benidorm (final y principio de etapa) para señalar que “la Vuelta Ciclista a España es una idea genuinamente bilbaína”. Otra cosa que he aprendido.

El caso es que todo se fundamentó en base a que “el turismo es un fenómeno social que crea corrientes económicas pero, sobre todo, lazos de amistad y comprensión”. Por allí dejó caer Pedro, don Pedro, Zaragoza en su discurso que “el Turismo es una industria sometida a las leyes económicas, a la rentabilidad de los capitales, a la planificación del gasto y al estudio de la demanda”. La idea que pretendía traslucir era que el Turismo era una industria y casi una ciencia.

Por aquel enero de 1964 Benidorm acudía a Bilbao ‘con los deberes hechos’: ya había dado el nombre de Bilbao a una de sus calles que se asoman al Mediterráneo: Avenida de Bilbao. El alcalde bilbaíno, Javier Ybarra Bergé (ahora sí), anunció que Benidorm tendría calle en su ciudad, y también el mar Mediterráneo. Y así fue, en Deusto están, y se cruzan.

Se creó, a partir de la visita, una Comisión Mixta para profundizar en las acciones futuras de la Línea B-B. Los comisionados benidormeros fueron el alcalde Zaragoza Orts, el empresario Jaime Puchades Orts, el director del Hotel Atún, Miguel Zaragoza Lloret, y el abogado Juan Ronda Perales.

Aún estoy en los pormenores de las acciones de esa comisión pero mientras desembrollo cuestiones, me fijo en que Editur elogió a finales de enero “la previsora mentalidad” de Benidorm que se había dado cuenta de que “cada día entran en liza más centros receptivos para captar clientes extranjeros” y que aun siguiendo en línea competitiva por esos clientes, “Benidorm toma una postura operante en por de la clientela española”.

Y es Vila Fradera el que bautiza aquella ‘Línea B-B’ como “Operación B-B”.

Al nuevo nombre le vino ni que pintada la iniciativa inmediata, ya en el mes de mayo, entre El Correo, la Caja de Ahorros Vizcaína y Viajes Ecuador para posibilitar vacaciones de Luna de Miel en Benidorm -al módico precio de 5.000 pesetas la pareja- a los primeros 60 matrimonios que se celebrasen el 2 de mayo en la Basílica de Begoña. Y para esto sonaba mejor lo de “Operación B-B” que ‘Línea B-B’ por el revuelo mediático, los recién casados, la luna de miel y las cosas de la natalidad.

Desde Editur se bendijo la iniciativa y animó a los responsables de Turismo a actuar como Benidorm. Jorge Vila Fradera sentenció a los pocos días: “el turismo industrial no debe ser abordado por aficionados y gentes que en su ignorancia lo consideran algo demasiado fácil mientras otros hacen cosas y dan pasos efectivos, como Benidorm”.

Pedro, don Pedro, Zaragoza, le agradecía el apoyo de Editur a la iniciativa y le explicaba por carta a su amigo (Vila Fradera): “el Sol sale para todos. Será nuestro trabajo, nuestra ingeniosidad, nuestra calidad, nuestra oferta, nuestra cocina, la que sostendrá o arruinará esta primera fuente económica del país”.

A punto de alcanzar el ecuador de los años 90, cuando el Plan de Marketing Turístico de Benidorm, un Vila Fradera entrado en años recordaba aquellas palabras (las suyas y las de don Pedro) y animaba a ser adelantados al tiempo.

Esto, Benidorm, no salió así porque sí. Había ideas y gentes que las materializaran. Había ilusión de ir a más. Ahora, acabando 2017, yo, que echo de menos estas iniciativas, veo que no queremos ir a más. Y el futuro hay que ganarlo; tener la cabeza en el presente y las miras puestas en el futuro.








9 nov 2017

DEL RUHR ESPAÑOL... Y SU PLANIFICACIÓN...




Llevo una temporadita de introspectiva en la génesis del éxito turístico español y de Benidorm. Por eso les cuento que 1964 fue un año clave en el proceso, no sólo porque ya desde diciembre de 1963 se planificaran las Asambleas Provinciales de Turismo que desembocarían en la 1ª Asamblea Nacional donde se definirían las líneas (de cara ya al 2º Plan de Desarrollo, que, como el 1º, pasó de largo en esto del Turismo) sino porque ya en todos lados se fiaba el desarrollo del país, aunque con ciertas reticencias de los de siempre, al Turismo.

Manuel Fraga iba contando por toda Europa que aquí estábamos “muy lejos del temido punto de saturación”; ya se hablaba de eso entonces. Y en que España “daba más de sí” esto del Turismo. Animaba Fraga a desarrollar, con orden y concierto, nuevos destinos turísticos porque teníamos “una ingente cantidad de atractivos turísticos aún inexplotados” (ABC, 19.10.1963).

El argumento de los que apostaban por el turismo era que “si queremos el más potente desarrollo de nuestra industria y comercio, debemos intensificar más todavía nuestro turismo” (Arriba, 14.11.1963; Editorial).

Común a todos los defensores de la causa del Turismo (que ya se sabía no iba a estar presente en el 1er Plan de Desarrollo), a sabiendas que aquí lo que iba a primar era la industria y la industrialización, era el ir colocando por todas partes que “el turismo es nuestro Ruhr permanente e inagotable”. (M. Fraga; noviembre de 1963).

En aquellos días -yo era un bebé, pero ahí están las hemerotecas y los libros- el Ruhr turístico era la panacea de todos nuestros males, como lo había sido el Ruhr real para Alemania. Y con razón: el Ruhr era y es la mayor región industrial de Europa, en el corazón de Renania del Norte-Westfalia, en la entonces República Federal de Alemania (RFA); ‘la buena’, que la otra era la RDA (‘la mala’) y de ‘democrática’ sólo tenía el nombrajo que daban los comunistas a sus fórmulas satelitarias de Moscú.

En 1847, con la inauguración del ferrocarril Colonia-Minden el carbón del Ruhr propicia el inicio de la Revolución Industrial germana. Por entonces, los 39 estados alemanes estaban unidos en la llamada Confederación Germánica y su integración económica se realizaba a través de la unión aduanera -Zollverein- y su proceso de industrialización (a partir del previo programa Stein-Hardenberg). Y ahí estaban los Krupp y sus acería; y hasta Marx y Engels para explicarnos aquellos inicios. Y la Revolución de 1848, y Guillermo I, y Bismarck, y el Imperio Alemán (1871-1918), y la IGM; y la República de Weimar (1919-33) y la Alemania Nazi (1933-45), y la IIGM y la nueva RFA que estaba saliendo a flote a base de que el Ruhr seguía fuerte -desde 1949 ingleses y norteamericanos se preocuparon de ello-; tan fuerte que Robert Schuman se fijó en las industrias del carbón y del acero para recuperar Europa generando, en 1951, la semilla de la actual UE a partir de la CECA… y que en cuanto se vio que el carbón debía dejar paso a otras fórmulas (1959) el Ruhr cambió y se restructuró para seguir siendo el motor del milagro económico alemán.

Pues como esa idea del Ruhr, que entendían todos, se planteaba que el turismo sería nuestro Ruhr; menos sucio y más bucólico.

A favor del Turismo y de España jugaban el precio (la peseta estaba como estaba), el clima, el orden público y social (aquí estábamos a puntito de ‘la celebración’ de los ‘25 años de Paz’) y lo que empalagosamente se cacareaba de “nuestras bellezas naturales, artísticas e históricas”.

Y es que aquella España era un jardín de rosas donde las espinas seguía siendo las carreteras. Desde 1926, con el Circuito Nacional de Firmes Especiales, se había hecho poco. El Plan Peña, en los años 40, y el Plan de Modernización, en los años 50, lo habían intentado. En 1961 se lanzó un nuevo plan, pero hasta el REDIA de 1967 (Itinerarios Asfálticos) esto no comenzó a mejorar. Y luego estaban los pocos y anticuados aeropuertos. Y entre las espinas, la necesidad de “mejorar la promoción y la profesionalización” que repetían Fraga y su equipo cada dos por tres.

Otro caballo de batalla del equipo de Fraga fue el de “concienciar de la importancia del edificio hotelero”. El propio Fraga insistía en este tema, los hoteles, desde el punto de vista que alojaban turistas que se renuevan continuamente, con lo que la entrada de divisas es constante e importante.

A Pedro Zaragoza, en honor a Benidorm, se le encargó la ponencia de Alojamientos en la Asamblea del Turismo. Pero a Pedro, don Pedro, le importaba más la de Planificación, que nunca se contempló y en cuyo tema no le dejaron meter baza. Pero eso no le amilanó y se dedicó a publicar una serie de artículos a favor de la Planificación que tan bien estaba quedando en un Benidorm a medio construir. Y Arriba, Informaciones, ABC y La Información Comercial Española, se los publicaron.
Benidorm, desde Sierra Helada, con la Avenida del Mediterráneo “dibujada” en tierra


Pedro, don Pedro, animaba a todos los municipios que optaran a la industria del turismo a “considerar seriamente su potencial” y, en caso de que hubiera potencial, “planificar su desarrollo urbanístico con amplia perspectiva de futuro”. Y la cuantificaba: “en un mínimo de 100 años”. Y les exigía “zonas de reserva de suelo”. Recordaba Pedro, don Pedo, que “los medios de transporte evolucionan” y si la planificación es buena, “irían a más” esos municipios. Pero era tajante: “la planificación urbanística debe hacerse al principio”. Explicaba que “después ya no será eficaz; no corregirá errores”.

Pedro, don Pedro, siempre prensaba “en clave municipal”, otorgando protagonismo al Ayuntamiento, al tiempo que insistía en “cuidar el paisaje; porque turismo y paisaje, en esto del turismo, tienen una relación de interdependencia”. Era tajante: “las construcciones no han de alterar el paisaje”. Y recomendaba “conjugar con gracia zonas de chalets, bloques de apartamentos y hoteles”, recordando que “cada nacionalidad exige un hábitat” y el futuro estaba en “atenderlos a todos”.

Siempre concluía pidiendo “un organismo para planificar el turismo y defender el paisaje”. Pero como el que oye llover en los trópicos.

Don Pedro ‘colocó’ sus propuestas, acabando 1963, en casi todos los periódicos del país y estuvo invitado en casi todas las Asambleas Provinciales del Turismo de 1964 largando siempre el mismo mensaje: considerar el potencial y planificar el desarrollo a futuro.

Pocos atendieron su prédica. Tal vez por eso, Benidorm es único e irrepetible.  














5 nov 2017

DE PARQUES DE OCIO Y MILLONES




Estuve el otro día en un programa de la tele local y salió a relucir el tema de los parques temáticos como revulsivo del turismo. Y a tenor de cómo funcionan, pues… ¿Qué nos pasa con el ocio temático?

Eran los años 80 cuando una delegación de yankilandia se recorrió el Arco Mediterráneo español, desde Barcelona a Málaga, vendiendo que buscaban un emplazamiento para su proyecto europeo, porque el elefante de París no entraba por el ojo de la aguja Disney. Recalaron por aquí para poner de los nervios a la municipalidad de París y al gobierno de Francia: pasta, pasta; queremos pasta…

El argumento inicial, tan falso como el final, era que Cataluña disponía de un plan de viabilidad para una de estas instalaciones, pero bien comidos y mejor servidos -estando ya en la A7- lo mismo les daba, que les daba lo mismo, echar un tour. Total, que como en un moderno “Bienvenido Mr. Marshall” se patearon el terreno a mantel puesto. Muchos de aquel Consell nunca había chafando un tormo y pisado la marjal; y por Andalucía y Cataluña, más de lo mismo.

Entonces había dinero -Tassauds, Pearson, Anheuser Bush y algún otro grupo nás- rondando el tema del ocio temático y en Cataluña estaba La Caixa y su inmobiliaria La Colonial… Total, que una década después y, dicen que, 300 millones de euros vimos el primer parque temático de España que funciona a modo de hucha sin fondo; pero funciona.

Los parques temáticos son así y este es el detallín que, a veces, olvidamos. Se mueven a base de euros; muchos euros. El parque catalán lleva tragado en 22 años 1.160 millones de euros extras en ampliaciones y actualizaciones en el conjunto del resort.

En esto de los parques de ocio temático los hay varios tipos. Uno, el más notorio, lo integran los llamados parques “de destino”. En California y Florida (con filiales continentales) están los más famosos y comerciales. En esos sitios no hay nada más que el parque; y a ellos se va de vacaciones. Les adjudicamos cifras millonarias de visitantes (vacacionistas) de 10 a 18 millones. Unas cifras alejadísimas de la realidad peninsular (suponiendo que exista).

En nuestro concepto europeo estaría otro grupo de parques: los que complementan los lugares de vacaciones. El atractivo principal lo genera el lugar y el parque es oferta complementaria. Así podemos encuadrar todos los europeos; que en Europa hay un número significativo de parques de ocio temático.

Ahora bien, los de París -que  al menos son dos y están en la órbita americana- juegan en otra división y se han merendado una caja de ahorros y siguen libres de la mayoría de tasas e impuestos. Que esa es otra.

La perspectiva del tiempo -de los ochenta a hoy- nos ha hecho ver, con la contundencia de los números rojos, que la clave no estaba en el terreno barato, la abundancia de agua, la existencia de un “pagano” que aguantara los vaivenes del grupo inversor y la existencia de un número prácticamente infinito de gente (público). En París se esgrimían los 79 millones de viajeros que la transitan anualmente. A esa ecuación, ahora sabemos, le faltaban los factores “mercado” y “oferta de atracciones”.

Y podíamos haber visto, desde el primer momento, que la ecuación americana ya lo contemplaba, pero embobados con las orejas de Mickey (¡que tiene narices!) olvidamos las variables que ya se experimentaban en Ohio (Cedar Point), por ejemplo.

Yo analicé la cuestión y fui recompensado en el 2000 con el Europa Universitas; pero veo que aquello nos lo leímos los miembros del Jurado y yo. ¿Y quién soy yo? Yo también estaba ilusionado; tal vez más realista, pero ilusionado. Los que no lo estaban no era por el parque sino por intuir pelotazo urbanístico; que de parques sabíamos todos poco. Algunos, nada; ni aún hoy.

La verdad es que en la década final del siglo XX los parques temáticos se consideraron la panacea universal del turismo. En realidad, se trató de un placebo. Aquella medicina se nutrió de unos estudios de mercado que habían planteado una cuestión a la ciudadanía rayana en lo atractivo y alejada de la realidad. Aquí, en Europa -y mucho menos en España-, no había -ni hay- cultura de ocio temático y todo lo más se consideraron visitas ocasionales.

Pero la cuestión clave -aquí- ha sido la financiación. Si hasta Disney, en París, ha fundido cajas de ahorros. La condonación del 80% de la deuda a Isla Mágica es una minucia con el fregado que existía. Y no te cuento las letras de pelota en Port Aventura, el desastre de Terra Mítica o la alquimia contable del Parque Warner.

Era muy fácil decir en las encuestas que irías al parque y pagarías el parking y comprarías las entradas, y gastarías como un descosido aquí y allá, que comerías en sus restaurantes y te llevarías un baúl con souvenirs (¡qué antiguo!) de tu visita habiendo dejando la tarjeta de crédito con el grosor del papel de fumar. Pero luego, a la hora de la verdad, ante la visión de las tarifas finales ya cambian las opciones. Y en las encuestas de 1995 hablábamos aún en pesetas (sabíamos lo del Euro, pero cuantificábamos en pesetas).

Así con esas, las previsiones de visitantes caían en picado. Aún sin el tortazo de la realidad decíamos entonces que llegar al millón y medio de visitantes para el parque de la Costa Blanca no sería tarea fácil. Benidorm es un gran “banderín de enganche”, pero “no había cultura de parques”… que es un eufemismo para decir que el ‘parné’, en vacaciones, es para otras cosas.

No sé cómo apareció un estudio con una optimista previsión de tres millones de visitantes y todos se mostraron eufóricos. ERA paró sus estudios en 1996 habiendo vaticinado 1’3 millones; BLG llegó hasta los 2 millones con serias dudas; PW concluyó los suyos en 1999 con mejores proyecciones, hasta los 3 millones… que no se han cumplido ni a día de hoy.

El parque de aquí costó 100 millones más de lo presupuestado (270) y el estudio de rentabilidad de ERA exigía un máximo de 30.000 millones de pesetas (180 millones de euros) en costes… Y nos fuimos al doble. Emular a Port Aventura (61.000 millones de pesetas; 310 millones de euros) parecía la meta; menos mal que no jugamos a superarlo.

Los de ERA planteaba la entrada al parque a 3.000 pesetas (18 €) y advertían que Benidorm no estaba para aquellas tarifas pues si se confiaba en el turismo extranjero, TTOO y AAVV trabajaban con precios más que ajustados. Por eso ERA recomendó un parque de atracciones “gordo” y no un parque de ocio temático. Y se pensó en un “corner”. Pero no era la era de ERA y hubo otros que hicieron ver una ansiada necesidad de ir a más.

Yo recuerdo la ilusión de tantos, animados con éste y otros proyectos, suscribiendo participaciones individuales para poder estar en la génesis del parque. A mediados de los 90 había una epidemia de parques de ocio campando por la vieja piel de toro.

El parque Warner ya costó más que Terra Mítica y… ahí está como está.

Por eso, cuando se habló del Paramount en Murcia con un proyecto de 1.100 millones de euros… pues uno se descojonó. Y si uno se declaró escéptico a gran escala con Gran Scala en Los Monegros, imagínense con lo de Murcia. PEM también habló de tres millones de visitantes para el proyecto murciano… igualito que un jefe de prensa dijo del número de visitantes de INTUR uno año de mucha afluencia. ¡Ja!



Clave: ERA - Economica Research Associates  //  BLG - Baker Leisure Group  //   PW - Price Waterhouse  //   PEM - Proyectos Emblemáticos Murcianos  //   INTUR – Feria de Turismo de Valldolid




1 nov 2017

DE CUANDO AL TURISMO SE LE DEJÓ EL PAPEL DE LA PROPAGANDA




Luis María de Carvajal y Melgarejo, Conde Bailén, Gentilhombre de Alfonso XIII, al despuntar el siglo XX dejó dicho aquellos de “para ingresar en el selecto club de las grande nacionales europeas había que desarrollar todos los elementos constitutivos de la vida moderna, como el turismo”. Bueno, pues hasta hoy. Si no llega a ser por la iniciativa privada…

En 1950 (tras la Guerra Civil y la IIGM) España ya tenía una cuota de mercado en el turismo: 1’8% de los turistas totales y el 0’8% de los ingresos totales. Después del Plan de Estabilización (1959), las devaluaciones de la peseta y los planes de desarrollo (1964-67 fue el primero) en 1970 el saldo turístico español ya era el primero del mundo (en volumen absoluto y por habitante) y liderábamos los ingresos por turismo. Ahora, 2017, lo intentamos.

Hubo factores de demanda, no nos engañemos; el éxito vino sobrevenido. Sol, playas, diversión nocturna y precios bajos se convirtieron en elementos de atracción, que luego fuimos edulcorando al exponer los atractivos culturales de todo tipo que atesoraba el país. La Sociedad del ocio, el cambio sociológico producido en España, las vacaciones pagadas, los aumentos de rentas, la revolución de los transportes, la intermediación del viaje… sería prolijo seguir.

El Plan del 59 nos puso las pilas y algo de orden y concierto en esto. Así, en 1960 nos pusimos en los 300 dólares per cápita de renta (18.000 pesetas de entonces) que nos apartaba del nivel del subdesarrollo (por debajo de 200 $) aunque no nos permitía acercarnos al de los países desarrollados (por encima de 450 $).

El Plan de Estabilización del 59 se basó en “la explotación óptima de todos los recursos del país” para “satisfacer el consumo interior, liberar la economía nacional de la dependencia de mercados exteriores” para, a continuación, “competir en esos mercados”, señalando como meta el “alcanzar la autonomía económica” fiándolo todo en “una elevada industrialización” bajo la consigna de “producir más y mejor”. Por precio podíamos lograrlo.

Los tecnócratas señalaron desde el primer momento que eso, la industrialización, precisaba de la importación de bienes de equipo que ocasionaban un problema de financiación al desarrollo que sólo se solventaba mediante la autofinanciación o la ayuda exterior. Si autofinanciábamos, era a costa las reservas, pocas, de divisas y, menos, de oro.

A pesar de que ya estaba el turismo por medio y entraban divisas, en 1959 no se confió en él; todos apostaron por la ayuda exterior que, políticamente, interesaba más y otorgaba muchas más garantías. No obstante, el turismo siguió su marcha esperando un reconocimiento en la planificación económica.

El Primer Plan de Desarrollo (1964-67) iba a entrar en vigor el 1º de enero de 1964 y en 1963 aún había confianza, en Benidorm y unos pocos lugares “turísticos” más, de que se les tuviera en cuenta. En 1961 ya consiguió el país enderezar la balanza de pagos; lo había posible el turismo. Pero no se confiaba nada en su perdurabilidad. Y 1962 fue también un buen año turístico.

Las reservas de oro y divisas del Banco de España en enero de 1961 eran de 580 millones de dólares; en diciembre de 1962 habían superado los mil millones de dólares. Pues ni por esas.

En 1962 alcanzamos un déficit de 533 millones que la inversión extranjera (162 millones) y las remesas de los emigrantes (175 millones) no eran capaces de enderezas. Y ahí estaba el turismo con sus 475 millones de dólares (3.000 millones de aquellas pesetas) para hacer cambiar el fiel de lado. Es que ni la naranja, ni el aceite, ni el Jerez (nuestras tres principales exportaciones entonces) eran capaces de igual a los ingresos por turismo.


A pesar de que las autoridades políticas confiaron la solución del tema económico al turismo, las autoridades económicas no quisieron sumarlo al Plan 1964-67. Y a lo largo de 1963 se suceden los intentos de que se le tuviera en cuenta al Turismo. Desde marzo hubo una ofensiva política que los académicos rechazaron; y eso que los ingresos por turismo eran ya, a esas alturas del año, un 43’8% superiores a los del año anterior.

Algún economista hubo que alertó de la importancia del turismo. Se contaba en la prensa de la época que “a este ritmo, en 1967 llegaríamos a los 13 millones de visitantes y a los 1.000 millones de dólares en ingresos[1]. Desde las páginas de ABC dudaban “de un crecimiento acumulatorio anual cercano al 20%” como presumía en el estudio. Y el argumento era de peso: “para alcanzar esas cifras habría que superar las 600.000 plazas hoteleras (partiendo de las 300.000 calculadas para junio de 1963) con incrementos anuales superiores al 12% y se necesitarían 170.000 profesionales (calculando que en aquel verano de 1963 rondábamos los 100.000 trabajadores en el sector)[2]. No se creían ese futuro.

Algún estudio moderno mete en la ecuación el segmento extrahotelero, que en los años 60 se refería a albergues, campings, residencias y balnearios… y que debería aportar, pasar sacar aquellas cifras, 300.000 plazas y generar 23.000 empleos. Y el complementario turístico (restaurantes, cafeterías, bares y salas de fiestas) que aportaría 50.000 puestos de trabajo. Tal vez los bares lo consiguieran.

Se consideraron cifras imposibles de hacer realidad y a pesar de que se le encomendaba al Turismo la tarea de equilibrar y sanear la balanza de pago (de garantizar el desarrollo del país) se le dejaba al margen del diseño del progreso de España confiado, en exclusiva, a la industrialización.

Sólo se le dejó al turismo un resquicio: el de la propaganda. Que millones de visitantes se llevaran de España, al regresar a sus países, “la verdad de España” fue la encomienda al Turismo en el Primer Plan de Desarrollo.

Enrique Marsans, antes de vender Viajes Marsans al INI (1964), era de los más beligerantes a favor de que el Turismo tuviera partida y protagonismo en el Plan de Desarrollo: “la única exportación que en España tiene razón de ser es la del Sol, desde la bahía de Rosas a la Costa de Oro malagueña”.

Suya es la frase de que “el turista es una inversión en moneda nacional cuya amortización e intereses se cobra en divisas”. Ni por esas se daban por aludidos los tecnócratas del Plan. Y él iba a más: “el Turismo hay que medirlo con las reglas del Comercio”. En una conferencia en Madrid en aquél verano de intentos desesperados por colocar al Turismo en la órbita económica que fue el de 1963 contó “en los años 20 la balanza de pagos la mantuvieron los indianos; en los años 60 es el turismo y soportamos el remontaje de nuestra industria hacia la plena modernidad y eficiencia”… pero clamaba en el desierto.

No lo dijo Marsans, pero sepan que en el verano de 1963 las tarifas medias estaban en los 8 $/día por turista en España… mientras que en Francia estaban en los 16’4 $; en Italia en 13’7 & y en Gracia en 8’8 $.

Bueno, bonito, barato y para propaganda. Así comenzamos… y así…. ¿seguimos?













[1] Diario Unidad, 13 de mayo de 1963
[2] Diario ABC, 21 de junio de 1963