7 may 2012

JJ CAMPUS: DE LA ALEGRE INCONSCIENCIA A LA ACTUAL REALIDAD



Lo de Juan José Campus Blanquer es una vida en el Turismo; es, cuando menos, la Historia turística de Benidorm.

Con esta premisa, confieso, escribo este Post con la intención de que Spielberg lo lea… y haga una película. Por lo demás, pontifico: no conoces bien a un amigo, menos a un tertuliano, hasta que no se somete “al tercer grado” de “Los cafés del Meliá

Juan José Campus es un auténtico self-made man; es un triunfador hecho a sí mismo, cargado de vivencias y horas de trabajo, divertido, emprendedor tenaz, hombre cabal; todo. No se amilana ante nada -lo ha demostrado- y le acompaña un halo de sencillez que conquista y a él le ruboriza. Todo ello le autoriza a contar, ante quien sea, sus chistes, casi siempre buenísimos. Y si no lo son, él, va y lo arregla. Vamos, que cae bien.

Nacido en Callosa d’En Sarriá -en Les Muntanyes que el viejo señor de Montjuic consiguió en estas viejas tierras, otrora Sharq-al-Andalus, ya cuando Jaime II- se hizo el amo del Turismo de Benidorm. Els callosins, los callosinos, son tremendos. Dicen, versión sui géneris de Roma y el “uso” de la roca Tarpeya, que al nacer los lanzan contra una pared… y si se agarran, valen. Pues como recordó el tertuliano Jaume Climent, Juan José, cuando lo lanzaron, no sólo se agarró sino que trepó por la pared.

Su familia tenía algo de tierras que cultivar y un poco de ganado en Callosa. Él comenzó como pastor, pero lo suyo comenzó con las naranjas, que el any de la gelà (1955, el año de la helada) no se vendían. Con 10 años se las bajó en burro a Benidorm con la intención de vendérselas a los turistas en la puerta del Bar Ronda (4 horas de andar en burro en cada trayecto). No las consiguió vender todas pero, ahí estaba ya la grandeza, lo que le quedaba lo cambió (trueque) per aladroc (boquerón). Y boquerón de vuelta para Callosa donde poco veían el pescado… y se los comieron.

Al año siguiente, cuando tenía 11, empezó lo de los burro-taxis en Guadalest. Él consiguió los primeros cuarenta; a duro por burro de comisión en cada gestión. Y ahí comenzó su contacto con el turismo. Esto ya de por sí sería un capítulo de un buen libro.

Con el embrión del negocio montado se nos fue a Inglaterra a aprender inglés. Para esto, un par de capítulos extra: París y sus dos estaciones de tren, el ferry para el Canal, el telegrama, la llegada a Victoria Station… y tres días de espera, bajo el reloj, hasta que su contacto apareció. Apasionante y hoy divertido. Su primer empleo fue en una morgue, y como compañero un polaco sordomudo; “¡coño, por eso no soltaba ni una palabra de inglés!”. La cosa prometía.

Luego en un psiquiátrico; esto ya fue mejor. En este último triunfó y aprendió inglés; tanto y tan bien que terminó de profesor de inglés en la Academia General del Aire de San Javier. Capítulo al canto.

Es que volvió a España para hacer la mili. Le recomendaron decir que no sabía hacer nada… y terminó en las caballerizas de la Ciudad del Aire. Entonces ya pió: ¡que sé hacer cosas!… y, como digo, terminó de profesor de inglés de los futuros pilotos… y los veranos en Benidorm, en el negocio del guía, el turista y las agencias de viaje.

Un veterano y sesentero BAC One-Eleven
Y ahí son multitud de anécdotas, infinidad de vivencias, cantidad de situaciones salvadas por su capacidad de gestión. Momentos que hoy son historia de Benidorm y de la Costa Blanca. Desde la protagonista del caso Profumo (1963, John D. Profumo; ministro de Defensa del Reino Unido en el gabinete McMillan), Christine Keeler (sin el agregado naval ruso Serguei Ivanov por medio), a la quiebra de Clarksons. El Juan José Campus de aquellos años es el hombre de la Court Line en Benidorm; es la Historia elemental del Turismo chárter británico a bordo de los emblemáticos BAC One-Eleven, que reemplazaron a los Vickers Viscount en el aeropuerto de Valencia (3 horas más de viaje en autobús hasta Benidorm). Es la historia de la llegada de los turistas y de no estar terminado el hotel que los iba a alojar; mil y una anécdotas que hoy producen hilaridad.

Juan José Campus es turismo en estado puro en Benidorm, en Palma (otro capítulo), en Ibiza, en Londres, en el Caribe, en la Costa Brava, en Benidorm. Es el hombre del Hotel Don Pancho, de Viajes Costa Blanca y de mil peripecias más en el calzado ilicitano (por echar una mano a un amigo) y por poco en las alfombras de Crevillente. Todo suma. Hoy sigue siendo inquieto, osado, optimista y joven, muy joven.

En la tertulia recapacitó con nosotros:” tuvimos que inventarlo todo; creamos cosas de la nada”. “En Andalucía ya existía todo; aquí hasta inventamos Altea, Calpe, Xaló, las salas de fiestas, las barbacoas, el Limón-Expréss”. El Altea, contaba, “las beatas escondían las llaves de la iglesia para que no pudieran enseñarla a los turistas, pero la cosa se arreglaba en el Bodegón de Pepe”. En Calpe… en cada sitio una historia.

Juan José es un vendedor de ilusiones hechas realidad. Y vendedor es una cosa grande; sólo vendes si te lo quieren comprar. Consciente de que hemos hecho el turismo que queremos apostó por ir a más convenciéndonos de que tenemos un buen producto que nos lo quieren comprar. Como mínimo, pidió: mantengámoslo.

Las dos horitas de tertulia darían para más de un libro. Nombres, fechas, situaciones; todo está fresquísimo en su memoria.

De todos los Juanjosés que encierra Juan José Campus yo me quedo con uno: con el que lidió la quiebra de Clarksons (15.08.1974) y fue capaz de repatriar a los 9.000 ingleses que dejó tirados el TTOO. Consiguió realojarlos y sacarlos poco a poco; vendió los muebles de la oficina para comprar bocadillos y cigarros (“mientras fuman se les pasa el cabreo”); los mantuvo en los hoteles mientras pudo y los fue colocando en viajes de regreso a Inglaterra… ¡¡9.000 y en 1974!! ¿Nos acordamos del caos del volcancito Eyjafjalla en 2010? Bueno, pues aquello fue en 1974 y con la centésima parte de la infraestructura que gozamos hoy. Salvó la situación, puso a los británicos en casa y… ni una palmadita en el hombro, ni Orden de la Jarretera, ni Caballero del Imperio Británico… ni nada. Pero es Cónsul de Islandia… que esa es otra historia.

Lo dicho Spielberg; no sabes lo que te estás perdiendo por no llevar la vida de Juan José al cine; el peliculón que sale es de varios Oscar. Al menos uno: al mejor guión.


PD. Las fotos de Juan José Campus y “la tertulia” son de tertuliano Mario Ayús Rubio; menos la de BAC One-Eleven…


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